domingo, 17 de marzo de 2024

RECORDANDO MI IDÍLICO AMOR

Por Humberto Frontado

 


Una risueña mañana, la bella Cucarachita Martínez limpiaba el zaguán de su pequeña casa, muy ajena a lo que el destino le tenía deparado.

Sorpresivamente, el destello de algo desconocido entre unas botijas de agua atrajo su atención: era un mediecito de plata.

Como un resorte la bella damisela se movió abruptamente y recogió la moneda, guardándola en el bolsillo de su delantal.

Siguió pausada en su labor sin dejar de tocar intermitente la moneda en su bolsillo, mientras pasaba por su mente pensamientos de qué hacer con tanta plata, ¿qué comprar?

Pensó en adquirir una nueva casa más grande, un carro último modelo, salir de viaje por todo el mundo. Hasta que ya, por último, entre tantas opciones, decidió comprarse un bello vestido rojo.

Ataviada de rojo carmín sus amigas envidiaban su gusto por tan bello traje. La despampanante dama despertó, así mismo, el empeño de pretensión de todos los animales de la comarca.

Uno a uno le prometió ofrendas y matrimonio a la millonaria vedette, pero ninguno caló en su capcioso gusto; el recio toro, el orejón perro y otros tantos más.

Todos fueron rechazados hasta que llegó mi turno; no tenía nada que ofrecer más que mi gran y sincero amor. Esto fue la clave para que mi querida Cucarachita me aceptara.

Nos casamos y vivimos felices por muchos años.

Un fatídico día la Cucarachita me estaba preparando un sancocho y salió a la tienda a comprar comino. Me había encargado de cuidar el hervido, advirtiéndome que no lo sopeteara.

Lamentablemente hice caso omiso a sus instrucciones. Traté de agarrar un pedazo de cebolla que apetecida flotaba en la olla. Alargué el brazo lo más que pude y cuando la tuve, trastabillé sobre la cocina y fui a caer dentro del ardiente recipiente.

Al llegar la Cucarachita a la casa me buscó por todas partes, miró hacia la cocina y vió algo que se movía dentro de la cacerola. Un grito de desesperación se oyó por todo el lugar.

Los animales que estaban en la cercanía corrieron raudos y lograron sacarme de la candente cazuela, con pedazos de verduras pegados por todo el cuerpo. Me llevaron al hospital donde estuve por mucho tiempo en recuperación.

Hoy todo remendado y emparchado agradezco a mi amada Cucarachita Martínez por todos su amor y cuidados para conmigo.

Esperando tener muchos años más de vida para continuar con mi comprometido legado de dejar algunas monedas debajo de la almohada de los niños, cuando se le ha caído un diente de leche y…colorín colorao este cuento se ha acabao.

 

Basado en el cuento venezolano de la cucarachita Martínez y el ratón Pérez de Antonio Arráiz.

 

17-03-2024

 

Corrector de estilo: Elizabeth Sánchez.

 

 

 

 

 

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